Tuesday, November 18, 2008

historia de perros

En aquel entonces yo vivía en una pequeña granja que quedaba justo a las afueras de un pequeño pueblo tranquilo. Tenía 9 años y habían pasado cuatro meses desde que mi fiel perro Pud había muerto a una edad bastante mayor. Mi padre había decidido que era tiempo de comprar otro perro, ya que la época de luto había transcurrido la suficiente y así llegó Traca, envuelta en una vieja toalla dentro de una caja en la parte frontal de la camioneta de mi padre.

Era un cocker color negro con mechas doradas por la cara. A primera vista quedó olvidado el dolor que habían provocado las memorias de mi antiguo compañero Pud. Así es cuando uno tiene 9 años. En el momento que murió, había dicho que nunca tendría otro perro y que tampoco volvería a jugar con uno, sin embargo, con Traca en mis brazos, lamiéndome la cara, la felicidad que proporciona una mascota propia me llenó otra vez. Así es cuando uno tiene 9 años.

Pasaron los meses y Traca creció y se convirtió en mi fiel compañero. Me seguía por todas partes (menos al colegio donde no dejaban entrar los perros) y compartíamos todo.
Pasó un año y casi cualquier recuerdo que guardaba de Pud había desaparecido. Me acordé de él solo cuando oí mencionar su nombre o vi una foto en un álbum. Tenía a Traca y todos esos antiguos recuerdos se estaban reemplazando con nuevos.

Hasta que el día en que llegué a casa después del colegio y vi las caras de mis padres. Lagrimosamente mi madre me contó que Traca había sido atropellada unas horas antes por un coche y no había sobrevivido. Fue todo muy rápido y no sufrió mucho se empeño en decirme.

Mi sufrimiento duró mucho más. Unos tres meses o por ahí, hasta el momento en que llegó Sadie, una cachorra negra con mechas blancas por su cara. Así es cuando uno tiene 10 años.

1 comment:

催乐海 said...

So are you sure you don't want to major in Spanish, and minor in english? Nicely done!